Vocación en nuestra Familia Sa-Fa

¿Qué es la vocación Sa-Fa?

1.- Una llamada a vivir:

1.1.- El carisma taboriniano:

«El carisma del Hermano Gabriel consiste en «ser hermano» y construir en la Iglesia una comunidad que, siguiendo la inspiración de la Sagrada Familia de Nazaret, vive el «espíritu de familia» en las actividades de educación cristiana, la catequesis y la animación litúrgica».

1.2.- El Espíritu de familia:

El «espíritu de familia» es nuestra forma de ser y de actuar en la Familia Sa-Fa.
Es un don, que desarrolla la capacidad de vivir una vida acogedora, gratuita y agradecida, de valorar el hecho de ser acogidos y formados en una familia, en una comunidad.
Entrar en su dinámica implica un esfuerzo constante por acoger y construir comunión en las familias y comunidades, y en los ambientes eclesiales y sociales en los que se vive, buscando siempre establecer relaciones familiares y fraternas.

1.3.- La Espiritualidad nazarena:

Es una espiritualidad trinitaria y eclesial que hace una «lectura» carismática y existencial del Evangelio para continuar las relaciones de Jesús, María y José con Dios, con el prójimo y con el universo; y encarnar en lo concreto de la vida cotidiana las virtudes vividas en Nazaret por la Sagrada Familia.
Con «ojos nazarenos» se trata de ver e interpretar desde el misterio de Nazaret las situaciones para descubrir la voluntad de Dios y realizarla en la vida. Cuando el corazón tiene la impronta nazarena, se es capaz de leer el Evangelio, la realidad de la vida y toda la historia con «ojos de nazarenos».

2.- Según el estado de vida y vinculación carismática:

2.1.- La comunidad de Hermanos de la Sagrada Familia.

“La vida consagrada de los Hermanos
tiende en su totalidad hacia el amor de Dios que los amó primero.
Con su Fundador, aspiran a la perfección de este amor
en una comunidad de vida, de acción apostólica y de oración,
totalmente entregada al servicio de Dios y del prójimo.
El jefe de la comunidad es Cristo,
«primogénito entre muchos hermanos» (Rm. 8,29);
su ley, el mandamiento de la caridad;
su oración, el Padre Nuestro;
su finalidad, la extensión del reino de Dios
y su modelo, la Sagrada Familia de Nazaret. (Constituciones, 88).

“Sus miembros son religiosos
que, respondiendo a la llamada del Padre,
y movidos por el Espíritu Santo,
consagran a Dios su vida en la Iglesia
conforme al carisma del Instituto.
Tienden comunitariamente a la perfección de la caridad
siguiendo de cerca a Cristo, según el Evangelio,
mediante la práctica de los votos públicos
de castidad, pobreza y obediencia
y la fidelidad a estas Constituciones”. (Constituciones, 2)

“Todos los miembros del Instituto son Hermanos
y llevan este nombre.
Están llamados a ser hermanos de Cristo,
hermanos entre sí, hermanos de todo hombre,
por el testimonio de la caridad de Cristo hacia todos,
especialmente hacia los más pequeños, los más necesitados;
hermanos para hacer que reine
mayor fraternidad en la Iglesia”. (Constituciones, 4)

2.2.- El Hermano de la Sagrada Familia.

1. Consagrado: en la profesión religiosa se entrega totalmente a Dios.
2. Discípulo de Jesús: sigue a Cristo, imitando la vida que Él llevó a través de los votos de castidad, pobreza y obediencia.
3. Hermano: llamado a la profecía de la sencillez, a las relaciones horizontales, a la fraternidad entre los hombres y a la comunión eclesial.
4. Identificado con la espiritualidad nazarena y el espíritu de familia: entra y permanece “bajo el humilde techo de Nazaret” y “medita y vive el Evangelio a la luz del misterio de Nazaret”.
5. Caracterizado por las Virtudes Nazarenas: “fe viva y cultivada, obediencia pronta y total, celo ardiente y desinteresado, humildad profunda y amor al trabajo, al retiro y al silencio” (NG. art. LXXIII).
6. Fraterno: vive una fraternidad sencilla y cordial, se pone al alcance de todos, así abrazando la fraternidad universal construye el Reino de Dios.
7. Evangelizador: por medio de la educación cristiana, la catequesis y la animación litúrgica.
8. Atento y disponible a las necesidades actuales del mundo.
9. Junto con los laicos: compartiendo espiritualidad, espíritu y misión en diversos grados.
10. Formado: para conformarse con los sentimientos de Cristo en todas las dimensiones desde una perspectiva humana, teológica y profesional.

2.3.- El laico Sa-Fa

– Vive su vocación laical desarrollando su vida familiar, profesional y social con una visión cristiana.
– Tiene a la Sagrada Familia como modelo de inspiración en su vida e intercesora en su oración. Vive la espiritualidad nazarena con su fidelidad en las responsabilidades diarias.
– El Espíritu de familia anima sus relaciones, le hace sensible a las necesidades de los otros, crea un estilo de trato delicado y de confianza, caracteriza su estilo de acción, refuerza los vínculos de solidaridad y le invita a la humildad y a la sencillez de vida.
– Su oración personal se fundamenta sobre la Palabra de Dios y se alimenta de la vida cotidiana y de las relaciones con las personas. Su oración comunitaria sigue el ritmo litúrgico y tiene como centro la Eucaristía.
– Vive amando a los miembros de su familia. Los padres se entregan a la educación de sus hijos con el mismo amor que María y José a la de Jesús. Es sensible a los más necesitados y vive la solidaridad y la compasión.
– Vive en el mundo y trabaja para santificarlo y transformarlo según el proyecto de Dios. Mirando a Nazaret, aprende a colaborar con el Dios creador mediante el trabajo para dar al mundo un rostro más humano y fraterno.
– Vive su vocación siendo testigo de los valores del Evangelio que la Sagrada Familia vivió en Nazaret: confianza en Dios, amor, unidad, humildad, lealtad, solidaridad, servicio, corresponsabilidad, diálogo…
– Su primer lugar de misión es la propia familia y el lugar de trabajo. Participa en lo posible en la misión propia del Instituto y es sensible a las necesidades de la Iglesia.

2.4.- La Fraternidad Nazarena.

En la Fraternidad se comparte la vida y la oración, se crece en la fe y la esperanza. Está unida a una Comunidad religiosa de los Hermanos. Sus miembros viven la vocación bautismal en su ambiente (familia, parroquia, puesto de trabajo), según el carisma nazareno del Hno. Gabriel. Se comprometen a vivir el Evangelio en la cotidianidad de los actos sencillos. El trabajo, la oración, la fraternidad vividos en Nazaret orientan su espiritualidad.

Su pertenencia a la Fraternidad Nazarena intensifica y amplía la llamada a vivir en fraternidad. Su condición laical en la Iglesia les coloca, como sal y levadura, para dar al mundo un rostro más humano y más fraterno. Como María y José acogen la Palabra y obran con humildad y paciencia.

Comparten el carisma del Hno. Gabriel como animador de la comunidad cristiana mediante la educación, la catequesis y la ayuda a los sacerdotes. Viven la espiritualidad nazarena como camino hacia la santidad. En la oración entran en relación intensa con Dios, en el trabajo construyen con responsabilidad la ciudad de los hombres, en el amor tejen redes de contactos personales, en los que crezca el espíritu de familia, y tienen la paz como suma de todos los bienes.

2.5.- La familia.

La situación que ofrece hoy la familia es muy compleja. Cada vez hay más familias “débiles” o “rotas”. Los padres son los primeros responsables de la educación de sus hijos. El hogar cristiano es la escuela natural de la fe, la “Iglesia doméstica”. En la familia los padres son los primeros evangelizadores. La familia es el lugar natural donde el niño comienza a relacionarse con los otros, consigo mismo, con la naturaleza y con Dios. Es una matriz que transmite por ósmosis: estilos de vida, comportamientos, actitudes, valores.

La familia y la escuela procuran llegar a una visión compartida y a un mutuo acuerdo en el modo de educar, para ello pueden formarse equipos de trabajo integrados por docentes y familias. La comunicación por medio del diálogo es esencial para el desarrollo del educando, para crear un clima de confianza recíproca y para prevenir y solucionar conflictos. Las familias participan en la vida del centro a través de los encuentros formativos, las celebraciones lúdico-festivas y religiosas. Se integran en la organización, animación y dirección de los centros educativos a través de las Asociaciones de Padres o de las Comisiones.

3.- La comunidad educativa.

La escuela Sagrada Familia, y los distintos ámbitos donde se ejerce la actividad educativa, son el lugar de encuentro de un conjunto de personas que, aunque desde perspectivas diferentes, tienen una misión en común: la educación integral de los niños y jóvenes. Es lo que llamamos comunidad educativa. Su núcleo de cohesión es la aceptación y participación responsable en la realización del Proyecto Educativo.

3.1.- El Educador Sa-Fa.

El educador laico ejerce un trabajo que tiene un aspecto profesional incluido en la vocación cristiana. En su identidad está la síntesis entre fe, cultura y vida. Su acción es un verdadero apostolado que lleva a conseguir el fin de la evangelización: la encarnación del mensaje cristiano en la vida del hombre. El educador laico católico ejercita su ministerio en la Iglesia viviendo desde la fe su vocación secular en la estructura comunitaria de la escuela. Es un mediador entre el mensaje cristiano y el educando por medio del testimonio y el acompañamiento; en el diálogo fe-cultura mediante la lectura cristiana de la cultura actual; entre la comunidad cristiana y los jóvenes.

Con su profesionalidad contribuye a garantizar una educación de calidad para los alumnos. Emplea una pedagogía del esfuerzo. Intenta que los jóvenes adquieran un carácter y una voluntad firmes, una conciencia moral equilibrada y valores sólidos en los que fundamenten sus vidas. Considera como una necesidad, la formación permanente para la actualización académica y metodológica, así como para reforzar la identidad Sa-Fa. Cuida y desarrolla sus competencias sociales y emocionales para relacionarse con los alumnos. Tiene presente que sus vivencias espirituales condicionan su actividad en el aula y fuera de ella. Valora el trabajo en equipo y participa en los diferentes equipos de dirección, de gestión y de mejora. Contribuye a crear un clima de diálogo, serenidad y creatividad permanente.

3.2.- El alumno.

Los adolescentes y jóvenes viven las dificultades de los tiempos actuales. El alumno Sa-Fa protagonista de su propia formación y desarrollo. Está llamado a ser evangelizado y a ser evangelizador de su familia, de sus compañeros y de cuantos le rodean. Es protagonista de la evangelización y artífice de la renovación social. El Hermano Gabriel quería que fuera “buen cristiano y buen ciudadano”. Como constructor de la “civilización del amor” ha de recorrer un camino marcado por: la santidad, la oración y la contemplación, la alegría y la esperanza, la comunión eclesial profunda, la actitud misionera.

La escucha, la apertura y disponibilidad hacia los profesores y otros educadores posibilita el compartir valores y experiencias. Acepta, reconoce e integra en su proceso educativo el acompañamiento de los educadores, necesario para su crecimiento personal y para el aprendizaje. Aprende a valorar las diversas opciones vocacionales que se les ofrece para el futuro. Participa en la organización y desarrollo de la comunidad educativa creando un ambiente de amistad, colaboración, trabajo y libertad responsable.

3.3.- Personal de administración y servicios.

Su labor debe ser considerada y valorada como una aportación imprescindible para el desarrollo del Proyecto Educativo. Contribuye con su competencia y capacidad de servicio al buen funcionamiento del centro y de su misión educativa. Llevan fielmente y con transparencia la contabilidad confiada: cobros y pagos. Atienden correctamente, con amabilidad y espíritu de familia, a las personas que lleguen a su despacho. Sugieren los cambios, las modificaciones y las iniciativas que considere oportunos para la buena marcha de la administración. Velan por el buen funcionamiento y el cuidado de la casa y de la obra a ellos encomendada.

4.- La comunidad pastoral Sa-Fa.

Todos los grupos y comunidades presentes en la acción pastoral del Centro son las diversas células que configuran la comunidad pastoral Sa-Fa. Esta se construye gracias a la apertura, el conocimiento y la ayuda de cada una de sus células.

Forman parte de ella todos los agentes y destinatarios de la pastoral que se desarrolla en la familia Sa-Fa: catequizandos, catequistas, acompañates espirituales, miembros de los equipos de pastoral y los departamentos de religión… Todos ellos han sido llamados por Dios a vivir la fe según el carisma nazareno-taboriniano en un grupo o comunidad concreto.

4.1.- Grupos de pastoral.

Niños, preadolescentes y adolescentes de nuestros ambientes forman parte de los grupos de pastoral. En ellos se madura la experiencia de fe, se responde a las necesidades de cada uno y se sigue un itinerario de formación que favorece el desarrollo armónico y constante. Se reúnen regularmente para vivir su fe siguiendo las diferentes etapas del proceso catequético (Catequesis de Comunión y Catecumenado de Confirmación). En este proceso se cuidan determinados momentos “fuertes” como: convivencias cristianas, celebraciones de pascua, campamentos…

 4.2.- Comunidades cristianas.

 Cada comunidad particular organiza su propia vida interna, teniendo en cuenta su pertenencia a la misma Comunidad Sa-Fa, partícipes de un mismo caminar y de una misma espiritualidad. Los pilares en los que se basa la vida de toda comunidad cristiana son: oración, compartir, formación y compromiso. La vida de la comunidad es dinamizada por medio de experiencias y momentos comunes de oración, de formación y de crecimiento (eucaristías, convivencias, pascuas, formación…), así como realizando algunos servicios y compromisos sociales o eclesiales de forma corresponsable.

4.3.- El catequista.

Su ministerio es un don del Espíritu, un carisma al servicio del crecimiento de la fe de las comunidades formadas y de aquellos decididos a convertirse en seguidores de Jesús. Es llamado por Dios a realizar una misión a través de su comunidad.

Algunos rasgos que le definen: es miembro activo de una comunidad cristiana, se siente miembro de la Iglesia y enviado por ella, es coherente y su vida testimonia el Evangelio, se preocupa por su formación, es fiel a los compromisos adquiridos, tiene suficiente madurez humana y cristiana, entabla una relación basada en el espíritu de familia con los destinatarios, cuida personalmente de las personas que le han sido confiadas.

Entre las funciones que ha de desarrollar están:  animar, acompañar e integrar en la comunidad cristiana; iniciar en la fe; capacitar para la vida cristiana; transmitir el mensaje cristiano; educar la capacidad simbólica y transcendente.

4.4.- El animador litúrgico.

Los acólitos, los lectores, los comentadores, los cantores, los que reciben a los fieles, hacen las colectas o distribuyen la comunión desempeñan un auténtico ministerio litúrgico. Lo ha de ejercer con devoción y conforme a las normas de la Iglesia.

El animador litúrgico tiene la función de englobar y coordinar los demás servicios. Entre sus cometidos figuran: convocar a quienes participan en los servicios, por medio de la creación del equipo de liturgia; iniciar en las diversas formas de celebración (de la Palabra o de símbolos, de la penitencia, adoración del Santísimo Sacramento, paraliturgias, oración contemplativa, vigilias, oración de la comunidad); promover la formación litúrgica de la comunidad; asegurar la coherencia entre lo celebrativo y la acción eclesial; animar, impulsar y coordinar iniciativas.

4.5.- El voluntario/misionero.

El amor por los pobres y necesitados se basa en el gesto de Jesús de lavar los pies a los discípulos. Nuestro querido Fundador desea lanzarnos “a toda clase de buenas obras”, a todo tipo de atención a los necesitados, estén donde estén. El voluntario o misionero Sa-Fa colabora en nuestras escuelas en zonas empobrecidas ayudando a jóvenes especialmente necesitados y atendiendo a niños en dificultades o “en riesgo”.

También lo hace por medio de la “educación no-formal”: programas de alfabetización, clases de apoyo escolar, atención a inadaptados y a discapacitados, guarderías para hijos de madres trabajadoras sin recursos económicos, adolescentes en crisis, programas de desarrollo comunitario, cursos del cuidado de la salud, promoción de la mujer, educación de adultos, capacitación laboral… Además, participa en proyectos de ayudas al tercer mundo, en campañas de solidaridad y siendo miembros de organizaciones de voluntariado social…