¡Hola queridos suscriptores de Nazareting!
Esperamos que esta nueva entrega de nuestra Newsletter te ayude a descubrir, crecer y revitalizar tu vocación.
Hoy queremos hablar de un tema que nos interpela en lo profundo del corazón: la injusticia. En un mundo donde las desigualdades y los juicios apresurados están a la orden del día, es importante preguntarnos cómo podemos ser instrumentos de paz y justicia desde nuestra vocación cristiana. Te invitamos a recorrer esta reflexión que conecta con tres historias que quizá también se parezcan a las tuyas.

Cuando el juicio no es justo
Vivimos en una sociedad donde las apariencias y los prejuicios a menudo determinan nuestras opiniones. En El juicio del coyote, vemos cómo las sospechas y las falsas acusaciones llevaron a una condena injusta, basada más en la fama que en la verdad. ¿Te has sentido alguna vez juzgado por lo que otros creen de ti y no por lo que realmente eres?
Jesús mismo enfrentó juicios injustos: «Fue oprimido y afligido, pero no abrió su boca; como cordero llevado al matadero» (Is 53,7). Este pasaje nos recuerda que, a pesar de las injusticias, somos llamados a la mansedumbre y a confiar en Dios, quien es el único juez justo.

La fuerza de una excusa
En El lobo y el cordero, el poder del lobo se imponía sobre la inocencia del cordero con pretextos absurdos. ¿Cuántas veces buscamos justificar acciones que sabemos que no son correctas? Tal vez sea un comentario que daña a otro, o una omisión ante una situación que nos incomoda.
Recordemos las palabras de Jesús: “No juzguen, para que no sean juzgados” (Mt 7,1). Este llamado es una invitación a examinar nuestros corazones y actuar con amor, incluso cuando sea difícil.
La gratitud, un valor olvidado
El lobo y la grulla nos presenta otro rostro de la injusticia: el egoísmo. ¿Cómo reaccionas cuando tus buenas acciones no son correspondidas? Es fácil sentirse herido o decepcionado, pero también es una oportunidad para practicar la gratuidad.
Jesús nos invita a dar sin esperar nada a cambio: “Cuando des algo, que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu derecha” (Mt 6,3). Una buena acción nunca se pierde, porque Dios ve lo que el mundo no reconoce.

Cómo vivirlo: Ser instrumentos de justicia
- Examínate a ti mismo: Identifica los prejuicios o juicios rápidos que puedas tener hacia otros. Pide a Dios que te dé un corazón abierto y justo.
- Habla y actúa con verdad: Frente a situaciones de injusticia, ¡no te calles! Pero hazlo desde la paz y la compasión, siguiendo el ejemplo de Jesús.
- Practica la gratitud: Da gracias no solo cuando recibes algo, sino también cuando puedes dar, sin esperar nada a cambio.
- Reza por la justicia: Ofrece una oración diaria por quienes sufren la injusticia y por quienes tienen el poder de cambiar las cosas.

Un cierre para reflexionar:
El camino hacia la justicia comienza en el corazón de cada uno. Medita estas preguntas:
- ¿Estoy dispuesto a buscar la verdad, incluso cuando sea incómodo?
- ¿Cómo puedo ser un testimonio de justicia y gratitud en mi comunidad?
- ¿Estoy dejando que Dios guíe mis acciones o estoy actuando por mi conveniencia?
Querida familia, la injusticia no tiene la última palabra. Como seguidores de Cristo, somos llamados a ser luz y esperanza en un mundo que necesita compasión y verdad.
¡Gracias por unirse a nosotros en esta reflexión!
Esperamos hayas disfrutado de esta edición de nuestra Newsletter y que te haya resultado inspiradora.
¡Hasta la próxima entrega!
Saludos fraternos.
Hermano Roberto Cabello
Coordinador del Equipo Vocación Sa-Fa